jueves, 8 de octubre de 2020

LAS CINCO MEJORES HISTORIAS DE TERROR QUE SE ESCRIBIERON EN LA 93 ¡FELICITACIONES MORENA! HOY LEEMOS:

 The village of ilutions?

Escrito por Morena Guzmán


19 de septiembre de 1988. Pueblo de Londerwer

"Día de primavera, de los peores días; yendo a la otra punta del mapa ¿por qué? La única información que pude obtener de parte de padre y madre fue -"necesitamos un tiempo familiar"- que raro que a donde nos estamos dirigiendo es un lugar desolado...

Ahg, lo mejor sería no pensar en todo esto, profiero creerles y dejar todo como está. Al ver por la ventana pude visualizar un cartel viejo y oxidado que dice: “Bienvenido a Londerwer", escribió Aaron en su libreta.

-Aaron querido... podrías guardar tu libreta, ya estamos por llegar- Dijo la madre mirando al querido Aaron.

Aaron guardó todas sus cosas sin chistar, él era muy obediente cuando se trataba de sus padres, pero una que otra vez se ha negado a escucharlos.

Al terminar de guardar todo, Aaron se quedó inmerso en sus pensamientos, los que vagaban por el paisaje. Un bello amanecer se podía observar en el cielo. Entre todos los árboles que pasaban se podía ver uno apartado de los demás, uno grande y retorcido. Aaron piensa que ese árbol debe de llevar mucho tiempo sin cuidado.

A él le encanta dibujar todas las cosas raras que ve, y ese viejo árbol le llamo la atención de una forma rara.

Al llegar al final del recorrido, Aaron bajó todas las cosas del auto y con una mirada suplicante le pidió a su hermana que lo ayude. Para su desgracia ella le dirigió una sonrisa y se fue donde se encontraba su padre.

-Pa, ¿cómo es que logramos quedarnos en esta casa? Nunca hemos venido antes-

-Pequeña, esta es la casa de mi infancia, es muy antigua, pero es un buen lugar- dijo el padre con una pequeña sonrisa

-Hijo pasame la maleta de la izquierda. Aaron y su padre, Evelio, llevaron las maletas dentro de la gran casa.

Dentro todo parecía diferente al exterior, tenía un toque antiguo, lo que le daba a Aaron una especie de escalofrío; no supo por qué, pero fue como viajar al pasado tan solo entrando por la puerta.

Al dejar todas las maletas adentro Elizabeth y Aaron se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

La habitación de la niña era muy espaciosa, esa era la habitación de su abuela, la cual utilizaba para coser... No era muy buena, pero igual se dedicaba a ello.

La habitación de Aaron era igual de espaciosa que la anterior y era la antigua habitación de su padre. Al terminar de acomodarse, Aaron sacó algunas hojas de papel, varios lápices y una goma.

A Aaron le encantaba plasmar todo lo que pensaba y soñaba en sus dibujos. Evelio le decía que tenía un gran talento y que era un don extraordinario. No muchos pueden llegar hasta donde él está a su edad.

Empezó a dibujar el árbol que vio minutos antes, no era demasiado, pero al él le fascinó. Fue como si supiera algo de ese árbol, aunque solo lo hubiera visto una vez.

El segundo dibujo fue un callejón, con lo que parecía una trampilla, esto le pareció muy extraño e interesante, pero lo dejo pasar. Siempre dibuja cosas así, es como si supiera de lugares o cosas que nunca vio en su vida.

El último dibujo lo sorprendió de verdad. Él no era de dibujar ese tipo de cosas. Desde que tiene memoria todos los dibujos son paisajes o personas, pero este era diferente. Éste tenía una sombra verdosa mirando a un punto fijo, como si estuviera triste y enojado a la vez, mientras que, al lado, hay otra sombra, completamente negra, parada detrás, con unos escalofriantes ojos morados.

Al terminar de dibujar el fondo, pudo ver que estaban en un lugar solitario y con muros a su alrededor; muros de piedra. Parecía estar todo realmente viejo. "solo es algo que salió de mi cabeza y ya"- se dijo para sí mismo.

Realizar estos 3 dibujos le habían quitado casi todo el día, así que Aaron guardó todas sus cosas en la pequeña mochila que estaba al borde de la cama y esperó a que el día pasara. Así que se dispuso a dormir un rato.

Una hora después

Aaron se levantó de golpe a escuchar que su hermana gritó en el oído:

-LEVANTATE VAGO, ES HORA DE COMER!!!

-Desde ahora, quiero que sepas que no voy a poder escuchar más, me rompiste los tímpanos- dijo Aaron con cara triste, obviamente actuada.

-Ay vamos! no seas una nena, solo fue un pequeño gritito. Ni que fuera la gran cosa-

Al oír las palabras de su hermana, Aaron resopló y giró los ojos dando un pequeño salto para salir de la cama.

Ambos se dirigieron a la cocina, donde los padres les esperaban para comer.

Todo transcurrió con normalidad, hablaron de su nueva escuela, del tiempo libre que iban a tener todos y de cosas sin ninguna importancia.

Ya cuando todos terminaron de comer, levantaron la mesa y estuvieron un rato en familia. Y a la hora de acostarse todos fueron a sus respectivas habitaciones.

Aaron se acostó y pudo reconciliar el sueño rápidamente.

19 de septiembre. Medianoche

Aaron se levantó de golpe al escuchar algo caer. El sonido provino del armario de su cuarto. Comenzó a levantarse para ir hasta él, pero se paró en seco y pensó:

 “no seas idiota, controlate y no entres en pánico, esto es lo que pasa en toda historia de terror, seguramente, sea sólo mi imaginación, si eso, seguro es sólo eso”

Aunque se decía eso, ni el mismo se creía. Tan solo volvió a la cama y se quedó con una linterna prendida. Agarro su mochila, que estaba en el mismo lugar y saco una libreta de dibujo y un libro cualquiera.

Se entretuvo un rato dibujando a personas que había cruzado en el camino a Londerwer. A al cabo de unas horas, ya no podía mantener los ojos abiertos y se quedó dormido cuando estaba amaneciendo.

20 de septiembre. 12:00pm

Al despertar, Aaron se dio cuenta que su madre estaba en la habitación Ella le dijo: -Hijo ya se está haciendo tarde, por favor, apurate cariño- Él solo asintió con la cabeza y salió de la cama.

Se acerco a la maleta que estaba en la puerta de su armario y sacó una ropa simple. Una remera negra y un buzo naranja encima, con jeans azules, Odría decirse que un atuendo normal.

Al verse en un espejo, se percató que tenía unas profundas ojeras de muerte bajo sus preciosos ojos color canela; intentó esconderlas lo mejor posible con su flequillo. Ese negro más intenso que la noche misma intentaba esconder unas ojeras de muerte y de paso esconder esos ojos.

Al terminar con su apariencia, vio el armario y lo abrió. No había nada, sólo un pequeño peluche, seguramente de cuando su padre era pequeño. Se acercó y lo agarró con las dos manos, lo sostuvo un rato pensando que ese peluche es lo único que él sabe de la infancia de su padre. Luego lo dejarlo otra vez en su lugar, bajó a desayunar algo.

Al terminar de desayunar se fue a la escuela junto a su hermana.

Al llegar, les informaron sobre sus salones. Antes de comenzar las clases, Elizabeth ya había empezado a hablar con un par de chicas. Aaron, en cambio no hablo con nadie.

 Él era demasiado tímido como para acercarse a alguien y menos comenzar una conversación. Sólo se quedó parado, contra una pared, esperando a que las clases empezaran. Desde ese lugar, pudo ver a un chico en su misma situación, el que, al sentir la mirada de Aaron levantó la vista y lo vio. Ninguno de los dos hizo nada, ninguno se acercó y ninguno hablo, lo único que hicieron fue apartar la mirada y ya.

Al cabo de unos segundos, la campana suena y todos comienzan a ir a sus respectivas clases. Aaron eligió asiento vacío de la izquierda, casi al fondo.

Nadie dijo nada acerca del nuevo estudiante, hasta el momento que entró el profesor y todos se levantaron de su asiento y dijeron al unísono: “Buenos días profesor”. Luego de eso todos volvieron a sentarse.

-Hoy tenemos un alumno nuevo, ¿quisieras levantarte y presentarte?- dijo, mirando a Aaron con una sonrisa

Aaron se levantó y dijo para toda la clase: -Mi nombre es Aaron Pharlek, encantado de conocerlos- 

Al decir su apellido, el profesor lo miró estupefacto y se le borró la sonrisa de un segundo para el otro.

-¿Has dicho Pharlek? - dijo más para sí mismo, más que para Aaron

-Sí, ¿por qué lo pregunta?- Dijo Aaron, un tanto confundido

-¿Conoces a... tus abuelos?-

 Aaron se quedó mirándolo. Nunca lo había pensado, pero nunca le habían hablado de sus abuelos. Él no dijo nada y solo negó con la cabeza.

Nadie habló, nadie preguntó nada. No se emitió ni un sonido.  Aaron simplemente, se volvió a sentar y la clase siguió, pero podía sentirse una pequeña tensión en el aire.

Al empezar el receso.

Aaron se quedó otra vez solo. Algunos pasaban cerca de él susurrando cosas que no llegaba a oír.

Aaron suspiró y sintió que estaba sufriendo una derrota, aunque no entendía muy bien lo que estaba pasando, ni el por qué, de esa pregunta sobre sus abuelos. Lanzó otro suspiro. Ya no quería pensar en eso. Mientras Aaron vagaba en sus pensamientos, un pequeño grupo de chicos se habían acercado a él.

- ¿hola?- Preguntó el que estaba adelante de todos

Aaron levantó la vista y cuando lo hizo vio a un chico de tez completamente blanca, con unos ojos de color esmeralda, preciosos y un color azulado tirando al negro que baña su cabello.

-¿Hola?- Dijo Aaron confundido.

-Un gusto, mi nombre es Jae y ellos son André- y señaló a un chico que estaba detrás de él. André era un chico moreno de ojos avellana y cabello negro casi tanto como el de Aaron - Y John, mi hermano- Señaló al otro chico que los acompañaba, éste tenía los ojos de un azul oscuro y el cabello de un amarillo reluciente.

-Mi nombre es Aaron, el gusto es mío- Dijo con una pequeña sonrisa.

Luego de un rato, empezaron a hablar más, Aaron empezó a tomar confianza en ellos, pero no del todo. Él sabía que algo no iba bien; después de decir que era un Pharlek, todos en su clase le miraron raro "todos saben algo de mi familia de lo que yo no sé, ¿pero qué?" se preguntó.

Al terminar las clases él y su hermana se dirigieron a su “nuevo hogar". Aaron tenía muchas cosas en mente, así que sólo saludó a sus padres, agarró algo para comer y fue directo a su habitación.

Sacó sus cosas para dibujar, y se dispuso a terminar el dibujo del viejo árbol; pero esta vez más de cerca y con una persona metiéndose en sus raíces. Se le hacía familiar, pero no pudo distinguir quien era. Sabía que tenía que seguir dibujando así que decidió seguir.

El otro dibujo representaba una pared "¿Una pared?", pensó, pero siguió dibujando. En una de las esquinas de esa pared dibujó una especie de escritorio viejo, pero no termino ahí, en el dibujo, remarcó una especie de piedras que sobresalían. "okeey...".

Al terminar de dibujar, agarró otra hoja. En ésta, dibujó algo así como un pasadizo con tuberías por doquier. Y ya no quiso dibujar más.

"esto es... raro…"

Se fijó en el segundo dibujo y en las cosas que había encima del escritorio, le parecía familiar. Era... "¡¡¡oh por el amor al Santo Cristobal!!!" eran los documentos en los que Evelio trabajaba antes de venir a Londerwer.

Aaron sabía que todos los dibujos que había hecho al llegar a Londerwer estaban conectados. ¿cómo? ni él sabe con certeza, pero puede sentirlo. Y no sólo eso, sino que también siente curiosidad y peligro, mucho peligro.  Pero no le importó, ésto de alguna forma lo involucraba a él y a su familia.

-Aaron querido bajá, la cena está lista- Se pudo escuchar a la madre desde la cocina.

Aaron bajó y se quedó con ellos.

-¿Cómo les fue en la escuela?- preguntó Evelio mirando a los dos niños en la mesa.

-Bien pa, eh conseguido hacer muchas amigas- dijo Elizabeth con una gigantesca sonrisa en su rostro.

-¡Qué bien pequeña!- le dijo mientras que sonreía.

-Aaron, ¿y vos?-

-Bien, tres chicos se me acercaron a hablar y nos caímos bien. Pero en clase, al presentarme y decir nuestro apellido, el maestro actuó de manera extraña. Y creo que sabe más de nuestra familia que nosotros dos- Dijo Aaron refiriéndose a su hermana y a él.

Evelio lo miró y no dijo nada por unos segundos. -Seguro que no querido, sólo le habrá sonado familiar el apellido, recuerda que nuestra familia también fue a estudiar ahí antes que tú.

Aaron sabía que ocultaban algo, la clase entera actuó de manera muy rara. Pero nadie volvió a tocar el tema en toda la noche.

Aaron se dirigió a su habitación y saco una sola hoja, esperaba que eso le diera alguna respuesta.

Empezó a dibujar y al terminar, observó lo que había hecho. Era el armario, pero se veía diferente. Ya no tenía tapizado y sólo había unas pocas prendas de vestir, muy antiguas. Pero lo que más resaltaba era un pequeño hueco que se encontraba en una esquina, atrás de todo.

Aaron se acercó al armario y lo abrió. Pudo percatarse que el peluche que había visto antes, estaba justo en el lugar, que en su dibujo, estaba el hueco. Aaron sabía que él no había puesto el peluche ahí, y eso le hizo sentir un pequeño escalofrío en la espalda y solamente lo apartó de ahí. Luego, agarró el papel tapiz que estaba cubriendo el hueco y lo sacó. Ahí estaba, el hueco de su dibujo.

Salió del armario, agarró la mochila, sacó varias cosas y dejó unas hojas y algunos lápices, luego metió una botella de agua sin abrir que estaba en su mesa de noche.

Al entrar de nuevo al armario, el peluche se encontraba otra vez junto al hueco. Aaron se sorprendió, pero en lugar de apartarlo, lo agarró.

-Debo estar loco, pero igualmente te voy a llevar, siento que tienes algo que ver con todo esto... ¡Por el amor a dios!, estoy más que loco- se dijo y metió al peluche en su mochila.

Se agachó y entró al hueco como pudo. Era un tipo de pasadizo realmente largo.

Al cabo de unos minutos de estar ahí, logró salir del hueco y al fin pudo pararse.

Aaron vio a su alrededor, había un montón de tuberías oxidadas. Encontró un par de encrucijadas, eligió una y empezó a andar, sin saber hacia dónde iba. Luego de caminar un rato, encontró con una salida Una especie de escotilla en el "techo".

Al abrirla pudo ver que estaba en alguna parte del bosque.  Salió y cerró nuevamente la escotilla, era ovio que alguien la usaba antes, pero no sabía si las seguían usando. Aaron no sabía para dónde ir, tan sólo estaba caminando sin rumbo, pero tratando de no olvidar donde quedaba la escotilla ya que esa, podía ser su única salida.

Estuvo caminando y buscando algún indicio de porque había una escotilla allí, en medio del bosque, pero no vio nada. Justo cuando pensaba rendirse, la vio. Una estructura a lo lejos. Y continuó caminando hasta que llego allí.

Era un tipo de torre, una gran torre. Intentó entrar, pero había un candado. Intentó abrirlo, de todas las formas posibles, pero no ubo caso. Al darse la vuelta vio al peluche fuera de su mochila, justo en el piso.

"¿Pero qué mierda?", pensó. Lo agarró, y cuando lo alzó, pudo ver que debajo de él, había una llave. Puso el peluche en la mochila, agarró la lleve, Se acercó hasta la puerta nuevamente e intentó abrirla. La llave encajaba, pero el candado estaba realmente oxidado, tanto como la llave y eso dificultaba la cosa. Intentó por un buen rato hasta que, podría decirse que por un milagro, pudo abrirlo.

Todo esto ya lo tenía muy preocupado, pero ya había llegado muy lejos, no iba a dar marcha atrás. Entró y al caminar unos pasos hacia el interior, la puerta se cerró de golpe. Aaron corrió hasta ella e intentó abrirla, pero fue inútil. Fue como si alguien hubiese puesto el candado nuevamente.

Realmente, estaba temblando del miedo, pero igualmente siguió adelante. Había un par de puertas y unas escaleras que llevaban hacia lo alto de la torre y otras que iban hacia abajo.

Él pensó que la mejor idea sería subir y revisar todo allí arriba para después ir bajando. Todavía le quedaba tiempo antes que amaneciera.

Mientras subía por la escalera, comenzó a pensar en todo lo que había pasado, todo lo que estaba viviendo. Es como si fuera una película. Y, aunque ha llegado bastante lejos, todavía no podía resolver tanto misterio. Y lo más importante, aún falta saber qué tiene que ver su familia en todo esto y quién es esa persona que vio dibujada en las raíces del árbol.

Al llegar al punto más alto, vio que había una sola puerta.

La abrió y entro. Pudo observar que había un montón de papeles en todos lados; y tubos de ensayo y otros elementos de química, tanto en el piso como sobre una mesa. También había libros de ciencia antigua, y de... ¿cosas paranormales?  -"¿que son todas estas cosas?"-

Recogió un par de papeles que estaban en el piso, en ellos decía: “Estancia moderada, hay que salir de aquí”; “el segundo individuo a produjo daños mayores en toda el área”, “el primer individuo se niega a revelarse” Y cosas que ya no se podían leer por la suciedad y el deterioro de los papeles.

Ahí no había nada que le diera alguna pista. Salió y se dirigió a las puertas que vio en un principio. La primera puerta era un tipo de librería llena de polvo y telarañas. La segunda era una habitación vacía, sin nada dentro, y las últimas dos eran iguales, parecían tener una cama cada una y una especie de "baño".

Solo le quedaba ir hacia abajo.

Al bajar, encontró una puerta realmente grande por la que no se podía acceder. Era prácticamente, imposible.

Sacó al peluche de su mochila y le dijo: -S que me entiendes, me ayudaste a entrar ahora ayudame a salir- Esperó un rato, pero no pasó nada.

-Realmente estoy loco, por el amor al Santo Cristobal, esto es una locura y una pesadilla al mismo tiempo-

Fue a la parte más alta de la torre y sacó un par de hojas y un lápiz. "por favor, que esto funcione" pensó y comenzó a dibujar lo que sea que su mano quisiera.

Al terminar el dibujo lo vio. Era el interior de la segunda puerta, la que se encontraba vacía, pero, al mirar bien en los detalles, vio algo así como si el piso hubiera sido removido. Quería seguir dibujando, pero se negó y fue hasta la segunda puerta.

Al entrar a esa habitación vacía, se fijó el lugar donde estaba el piso removido, pero éste, estaba completamente sellado. Comenzó a pisar y saltar, una y otra vez hasta que, por fin, cedió y el suelo colapsó bajo sus pies. Aaron se cayó, golpeando y raspando sus piernas y la mayor parte del brazo derecho.

Al recuperarse un poco, se paró y vio que solo había un camino. Pero éste no era como el del bosque, éste estaba más elaborado y no se notaba que alguien lo haya usado recientemente.

Cuando llegó al final, vio que había una cerradura con varios candados. "¿Que habrá allí dentro? Hasta parece más difícil entrar aquí que en la otra puerta", eso pensaba mientras volvía a dibujar. Esta vez, dibujó al peluche, pero no era lo único, también hizo una marca en él, como si estuviera marcando un sitio o algo adentro. Sacó al muñeco y lo abrió. Justo ahí estaban las llaves de la puerta.

Al abrirla era la misma habitación en las que estaban las sombras de su dibujo. Entró y no vio nada raro, pero igual, tuvo un mal presentimiento. La sensación de que alguien lo estaba observando. Al adentrarse más en la sala, vio sólo paredes. Muros. Nada más.

-Pharlek, no eres tan diferente a tus abuelos por lo que veo, tienes el mismo espíritu curioso que ellos- Dijo una voz, pero él no vio a nadie

-Oh perdona, mejor me muestro querido, ¡soy 6!¡ç=7&?, pero dime Glich- dijo mientras que alguien, o mejor dicho algo, apareció en el centro de la habitación. Era una especie de sombra negra con ojos color morado, realmente hipnotizante.  Le hacía honor al nombre. En realidad, parecía, en su apariencia, como una falla de un juego de terror.

Aaron se quedó congelado, no se podía. Desconocía la causa, pero eso suele suceder cuando uno siente mucho miedo. Tal vez fuera eso, ¿quién sabe?

-Aaron, Aaron, Aaron. Hubiese sido mejor para ti que no te hubieses metido en todo esto. Querer saber toda la verdad, a veces no es lo mejor ni lo más aconsejable querido- dijo con una pequeña sonrisa.

Aaron miró a su alrededor

-¿Por qué mirás a todos lados niño?- dijo Glich

- Y... ¿La sombra verde?- Dijo Aaron por lo bajo, como si hablara para sí mismo.

-Ah!, ¿así que eres hasta más talentoso que tus abuelos? ¡eres sorprendente niño!, pero no te puedo decir querido-.

Aaron se quedó callado, sin saber qué hacer que o qué decir.

-Por desgracia para ti, odio a los niños. Pero como eres tan talentoso, te voy a dar un poco de ventaja para que corras- Aaron estaba confundido - la puerta de la entrada está abierta ahora, será mejor que empieces a correr-

Aaron seguía sin poder moverse. Cuando por fin entendió lo que estaba pasando, Glich ya se acercaba con un cuchillo en las manos. Aún así, pudo retroceder mientras su corazón latía sin parar.

-Creo que es demasiado tarde para ti, Aaron- dijo Glich, acercándose a él, con claras intenciones de matarlo.

Justo antes, en el instante previo, la sombra verde apareció, interponiéndose entre ambos

-¡Corre niño!- dijo ésta. Aaron lo escuchó y sabía que no era buena idea quedarse. Dio media vuelta y empezó a correr.

Al salir de la habitación, Aaron salió del hueco en el piso que había roto y se dirigió a la puerta principal. Al salir de ese sitio, se adentró nuevamente en el bosque. Por suerte, recordaba dónde estaba la escotilla, aunque, no recordaba los caminos que debía recorrer para llegar a su casa.

Al estar enfrente a escotilla, escuchó a la voz de Glich llamándolo. Abrió lo más rápido que pudo y se introdujo. Una vez adentro, comenzó a correr entre todas esas encrucijadas.

Llegó hasta el final de una, intentó salir de allí cuando vio dónde la había llevado ese recorrido. Era el viejo árbol retorcido, acababa de salir de entre sus raíces

-Aaron querido, no puedes correr por siempre- dijo Glich, casi alcanzándole.

Sentía pánico. Empezó  a correr nuevamente, pero ni a dos segundos, se encontró cara a cara con Jae.

-Jae, por el amor a dios, corre!!!- gritó Aaron, casi exhausto.

Jae lo miró desconcertado. -¿Cómo sabes de los pasadizos? Dijiste que no conocías a tus abuelos.- dijo Jae, mirándole directamente a los ojos.

-Claro que no los conozco, ¿por qué dices eso?

-Tus abuelos eran los únicos que conocían estos pasadizos-

-Eso ahora no importa mucho, lo que importa es que debemos correr- y agarrando la mano de Jae retomó la huida.

Aaron estaba corriendo mientras que arrastraba a Jae con él. Éste no entendía lo que estaba sucediendo, pero Aaron le parecía realmente asustado.

Los niños llegaron a la casa que Aaron compartía con su familia. El dueño de casa abrió la puerta tan despacio como pudo. Subieron a su habitación y al llegar allí, Aaron cerró el armario y movió todo tipo de cosas para tapar sus puertas.

-Aaron, dime que está pasando-  Jae estaba muy serio.

-Jae, si te lo dijera me creerías loco- dijo Aaron sentándose en la cama con las manos en la cabeza.

-Puede que sí, pero será mejor que me lo digas.

Aaron intentó explicarle todo, con todo tipo de detalles. Jae lo miraba serio, Aaron no sabía muy bien cómo responder a la indiferencia que Jae estaba mostrando, no habló una sola palabra,  sólo se quedó con una cara muy seria hasta que Aaron terminó de hablar.

-Te creo, no es la primera vez que pasa- Aaron le miró estupefacto- Te voy a contar algo que pasó años atrás. Hace mucho tiempo, antes que nosotros dos naciéramos, alguien mató a más de veinte niños en este pueblo. Tus abuelos se metieron en ese lío, lograron atrapar al hombre, pero las cosas con acabaron ahí. Luego de que lo atraparan, tus abuelos no se mostraban mucho, se mantenían alejados de todo y todos.

Un día, mi padre pudo ver que ellos salían de esos pasadizos, días después, decidió seguirlos y así descubrir la gran torre, esa que me describiste anteriormente. Él los siguió por varios días, así fue que descubrió su secreto. Ese tal Glich, es una especie de falla.  Lo cierto es que nunca quiso hablar, pero tus abuelos sostenían que este ser era el resultado fallido de ciertos dioses.

Mi padre escribió todo lo que escuchó a modo de registro. Él, murió por causas desconocidas, siempre pienso que que quizá, esta tenga relación con su muerte…

Yo heredé sus cosas. Cuando leí todo esto en sus escritos, decidí averiguar y empecé a fijarme en los pasadizos.

Aaron no sabía que decir, hasta que escuchó la voz de Glich llamándole nuevamente

Aaron miró a Jae, se dio cuenta que él no lo pudiera escuchar.

-Jae... él está cerca, lo escucho- Dijo Aaron asustado

Jae lo miró desconfiado, él no había escuchado nada, pero igualmente le creyó.

Ya estaba por amanecer y los dos estaban muy asustados, especialmente Aaron, que había visto la cara. Jae lo miró y tomando su mano, le dijo -todo estará bien-

En ese instante, Aaron recordó el dibujo de la pared.

-Jae, ven, confía en mi- agarró fuerte la mano de su amigo y lo arrastró hasta el sótano de la casa donde estaba la oficina de Evelio.

Una vez allí, se acercó a la pared y sacó su mochila. Vio las piedras que marcó. Las tocó una a una. No pasó nada. Era un trabajo complejo, había que tratar de sacarlas. Costó, pero una a una, salieron todas ellas. Encontraron lo que buscaban, detrás de las piedras, había un nuevo pasadizo.

Volvió a tomar la mano a Jae y lo arrastró nuevamente. Había varias encrucijadas, pero una de ellas se le hizo familiar. Era la de su dibujo.  Los niños corrieron por ahí para terminar saliendo en un callejón, el mismo callejón que dibujó la segunda vez.

-Mi casa está cerca- dijo Jae, y esta vez fue él quien arrastró a Aaron.

Al llegar, esperaron al amanecer, ninguno de los dos pensaba en poder a dormir, aunque ambos quisieran. Pasaron varias horas y no sucedió nada.

Aaron sacó una hoja y comenzó a dibujar.

Jae le miró -¿Qué haces? ¿Acaso no ves que estamos en peligro?-  

-Claro y por eso dibujo, desde que llegué a este pueblo, hice estos dibujos- Sacó todos los dibujos que tenía en su mochila -me sacaron de varios aprietos, menos éste- y señaló el del peluche.

Jae miro todos los dibujos, pero no dijo nada...

Al pasar unos minutos, Aaron terminó de dibujar.  Miró lo que había hecho, eran dos dibujos. Podría decirse que eran caminos alternos. Dos posibilidades en una hoja estaba dividida.

En el lado izquierdo, ambos estaban muertos mientras que Glich los miraba. En el lado derecho estaban ellos con la sombra verde dándole cara a Glich.

Sólo ellos podían decidir su destino.

Fin

creado por: Morena Guzman 2da 2da


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