Ayer 13 de junio se celebró el día del escritor/a/e de Argentina, y como sabemos que la 93 está llena de talentos hoy traemos esta propuesta: les invitamos a escribir relatos de ficción (o no) donde se aborde la cuestión de género. La idea es sumarnos desde biblioteca, a la semana de la ESI y posibilitar este taller de escritura. Porque la violencia, el acoso y las conductas machistas comenzaron a hacerse más visibles desde que las ponemos en palabras. Por eso nos parece imprescindible seguir nombrándolas, para que todes puedan reconocerlas y poder ayudar o pedir ayuda; para poder correrse y salvarse en el peor de los casos.
Queremos leer lo que escriben. Queremos leer lo que tienen para decir.
Acá hay 2 párrafos tomados de 2 historias diferentes, no sólo para convidarles a leer las novelas completas (pueden hacer click en el enlace del título o buscarlas en la pestaña de Literatura) sino también para darles una ayuda literaria.
“…colgada en la espalda, la mochila cargada se aprieta y pesa. Está ajustada
pero aun así oscila, se mueve.
La chica corre concentrada en correr.
La chica huye.
Eso es lo que piensa Leonor. Y no dice nada cuando ve que la carrera se
detiene un instante frente al árbol para hacerse salto.
Ahora ve como trepa, ve que se pierde entre las ramas.
La respiración de la chica llega a los oídos de Leonor.
No ha pasado ni un minuto cuando siente la frenada de un auto.
Un chico baja, es alto y fornido, pero quizá ni llegue a los veinte
años; se escucha la puerta batida con fuerza.
Él no corre. Es de la clase de hombres que no necesita correr. Camina. Pisa
con urgencia. Rastrea apretando los puños. Está alterado.
Busca. Recorre la plaza. No encuentra. Ese no parece un hombre hecho
para detenerse y buscar. Leonor se pregunta si la chica del árbol sabrá eso…”
La chica pájaro, Paula Bombara
...“Cecilia apuntó con el celular y con gesto divertido propuso a Lucía una
sesión de fotos.
—Será sólo para nosotras; no te preocupes, Lu. Te prometo que nadie más
las verá.
Las demás la animaban con tanta energía que sin entender cómo, Lucía
termino cediendo. Lo único que quería era quitárselas de encima, dejar de ser
el centro de atención y que Cecilia no la presionara más. Cecilia, quién sabe
si por error o deliberadamente, tomo el celular de la propia Lucía y comenzó a
fotografiarla entre risas.
Al cabo de un momento, cuando todas miraban las fotos en sus teléfonos,
Lucía entro al baño para ponerse su pijama. En ese instante, Vera, que ya
llevaba tres vasos de vodka dentro y la
botella en la mano, abrió la puerta y con actitud traviesa gritó:
— ¡Te pillamos!
De un tirón le bajó la parte superior del pijama, que se sostenía apenas
con dos tiritas, y en un segundo Lucía quedó desnuda. En ese preciso instante
Cecilia capturó la imagen con el celular y, entre carcajadas, las amigas se
acercaron a ver el resultado de la sesión.
— ¡No se te ocurra enviar la foto! —suplicó Lucía acomodándose nuevamente
el pijama, y temiendo que la travesura se le escapara de las manos.
Todas se amontonaron en torno al celular, que comenzó a brincar de mano
en mano sin que Lucía pudiera recuperarlo.
— ¡Por favor, mi teléfono, por favor!
Gritos, carcajadas y confusión.
— ¡Devuélvanme mi teléfono!
El número de Álvaro Herreros era el primero en la lista de contactos y
alguien, en medio del caos, presionó la tecla Enviar.
Fueron todas.
No fue ninguna.
Cuando Lucía recuperó su celular lo único que vio en la pantalla
fue un cuadro de texto que decía: "Mensaje enviado".
La tecla Enviar es como el gatillo de un revólver.
Y Lucía sintió como si un balazo retumbara en su cabeza.”
La lluvia sabe por qué, Fernanda Heredia